Dirigida por Curtis Hanson
Con: Cameron Diaz, Toni Colette, Shirley MacLaine
Calificación: tres estrellitas
A mi modo de ver, la fórmula es sencilla: consigue un buen guion y consigue a un buen grupo de actores. En ese orden. Si las cosas van bien, probablemente ni siquiera necesites a un director particularmente talentoso.
...Y aunque hay excepciones a esta fórmula —ahí está la extraordinaria “Vera Drake” de Mike Leigh, que invierte el orden y empieza su creación en el casting— y aunque en este caso el director es alguien de la talla de Curtis Hanson, creo que mi generalización es válida: estamos tan acostumbrados a ver películas concebidas en el departamento de marketing de algún estudio que un filme como “En sus zapatos” descoloca. (Claro, navegando en internet uno descubre que se trata de un proyecto personal de Cameron Diaz, quien buscó a Curtis Hanson, quien se venía de dirigir a Eminem en “8 Mile”, y quien finalmente convenció al estudio para que diera la luz verde... “Solo si la película no cuesta mucho” le dijeron. Todos cobraron menos de lo habitual. Lógico.)
Cameron Diaz es la hermana egocéntrica, irresponsable, dependiente. Evidentemente hermosa —hay una característica levemente masculina en el rostro de Cameron Diaz, cierta insinuación entre la nariz y los ojos: ese diminuto desliz es lo que hace de su cara algo memorable, en mi opinión... Toni Colette es más bien una abogada tímida.
A workaholic. Diaz es presentada con la canción “Stupid girl”, tiene un reencuentro con la gente de su colegio, se emborracha y acaba teniendo sexo en el baño con un cualquiera. Hay una locución en off de tono irónico, y nosotros pensamos: esto lo hemos visto antes en otras películas. Expulsada de la casa paterna por difícil, Diaz se quedará donde su hermana y desbaratará todo...

Como puede apreciarse, los primeros treinta minutos de “En sus zapatos” establecen una situación cinematográfica de fórmula (de hecho se trata de un
chick-flick o filme de mujeres) y, con sinceridad, a mí se me ocurrió que estaba viendo una comedia algo desteñida pero de pronto aparece la primera Situación Dramática...
Ustedes lo han visto en los avances: despechada porque su hermana la acaba de botar del departamento, la desesperante Cameron Diaz liga con novio ajeno: Toni Colette los descubrirá en pleno machuque, habrá una violenta discusión —secuencia muy bien dirigida— y súbitamente la película agarra densidad. Se hace interesante. De aquí en adelante, hábilmente, la película nos lleva de la mano hasta el final: hay el descubrimiento de una abuela a quien se creía muerta (Shirley MacLaine: no ha perdido el carisma, y qué espectáculo hermoso el ver a una actriz de su envergadura envejeciendo en la pantalla grande) y hay una reconciliación y el aprendizaje de algo. Ustedes lo han visto en los avances también.

Lo que a mí me entusiasma de “En sus zapatos” es que se trata de un filme de fórmula, que bien podría publicitarse con frases manoseadas como “ustedes reirán, llorarán, se enamorarán...” que otras películas han usado cuatrocientas veces antes, y sin embargo se le siente genuina. Número uno: el guion ha sabido eludir los clichés y cree, realmente, en sus personajes. Número dos: el reparto es inmejorable.
De Cameron Diaz habría que decir que, además de tener un cuerpo del cual no puede esperarse nada pues todo se encuentra en equilibrio —verla en ropa de baño, y sucede a menudo en el filme, es delicioso— ha tomado un paso arriesgado: su personaje no es precisamente simpático pero ella sabe encontrarle el tono. Shirley MacLaine (a quien hemos visto hace poco en “Hechizada”, donde ella era casi la atracción principal) podría hacer una película que consistiera exclusivamente en ella misma entrecerrando los ojos y sonriéndole a la cámara. Yo la vería contentísimo. Pero es Toni Colette en el papel de la hermana, abre comillas, poco agraciada, cierra comillas, quien me ha impresionado más: su lenguaje corporal en la secuencia del bar o la manera triste que tiene de sonreír en algunas escenas... todo en ella se siente verdadero. Es una gran actriz. De pronto, hacia la mitad de la proyección, uno está deseando que a esta chica le vaya bien y eso es algo que pocas películas logran.

Hay en este filme close-ups de rostros llorosos. En muchas otras cintas este es un recurso barato, destinado a forzar nuestra respuesta emocional. Los espectadores exigentes no hipotecamos con facilidad nuestras emociones: si el director quiere nuestras lágrimas, que se las gane. Que nos dé una historia bien hecha y que nos involucre con inteligencia en el material. ¿Por qué habríamos los espectadores de dar fácilmente un bien tan preciado e íntimo como nuestras lágrimas? Yo no he llorado al ver “En sus zapatos” pero creo que fue por falta de tiempo... Hacia el final de esta cinta de 130 minutos descubrimos, con sorpresa, que la historia nos ha emocionado y que creemos en estas personas que dicen cosas y que viven frente a nuestros ojos, y esa es una de las razones por las cuales este crítico de cine califica a la cinta con tres estrellitas. Algo muy poco usual... Y es que filmes como “En sus zapatos” deberían ser nuestro pan con mantequilla cinematográfico. Deberíamos estar acostumbrados a ver películas así de decentes. Pero no.
“En sus zapatos” no es una película perfecta, pero es una película muy humana acerca del amor entre dos personas que no tienen casi nada en común, excepto el hecho de haberse criado juntas. Vayan a verla antes de que la saquen de cartelera.
P.D. 1: “En sus zapatos” cierra con gente bailando. Es obvio. Todas las películas que tienen un final feliz deberían terminar así. El cine es la contemplación de los cuerpos, y el baile es la manera de reír con el cuerpo.
P.D.2: Por lo general es una mala idea recurrir a un poema dentro de una película. Casi siempre resulta huachafo. “En sus zapatos” no recurre a un poema, sino a dos, y lo hace bien porque no está buscando hacer ingresar un componente emocional —como suele suceder en otros filmes— sino resaltar aquello que ya existe. He aquí la versión en español de “Un arte” de Elizabeth Bishop y de “llevo tu corazón” de E.E. Cummings. Hasta luego.
UN ARTEEl arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, la horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.
llevo tu corazónllevo tu corazón conmigo (lo llevo en
mi corazón) nunca estoy sin él (tú vas
dondequiera que yo voy, amor mío; y todo lo que hago
por mí mismo lo haces tú también, amada mía)
no temo
al destino (pues tú eres mi destino, mi amor) no deseo
ningún mundo (pues hermosa tú eres mi mundo, mi verdad)
y tú eres todo lo que una luna siempre ha sido
y todo lo que un sol cantará siempre eres tú
he aquí el más profundo secreto que nadie conoce
(he aquí la raíz y el brote del brote
y el cielo del cielo de un árbol llamado vida; que crece
más alto de lo que un alma puede esperar o una mente puede ocultar)
y éste es el prodigio que mantiene a las estrellas separadas
llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón)