abril 12, 2006



Estamos en el punto más álgido de la temporada electoral —nuevamente, debatiéndonos entre la democracia y el caudillismo— y dos películas recién estrenadas transcurren en medio de regímenes dictatoriales. Qué curioso. “V de Venganza” y “La Fiesta del Chivo” son dos vistazos a mundos sin democracia —dos vistazos al futuro, si la segunda vuelta favorece a cierto candidato... Ambos filmes hablan de la corrupción absoluta generada por los regímenes absolutistas, pero no tienen muchos más puntos en común: se trata de películas distintas en sus planteamientos y logros, y si la crítica no ha señalado aún el hecho de que ambas hayan llegado a cartelera precisamente en estos días es porque, lamentablemente, dichas cintas tienen muy poco que decir. Esta semana, además, se ha consolidado en cartelera un filme llamado “Hostal”, que llega con el sonoro auspicio de Quentin Tarantino —asupicio que ha demostrado redituar bien en taquilla— y del que podría decirse, rizando bastante el rizo, que trata también sobre la oposición a un régimen tirano: en este caso, un club que captura jóvenes mochileros con el propósito de torturarlos. Por puro placer. Esta película tampoco tiene nada que decir, pero me parece que no lo está buscando.

Lo que une a las tres películas que señalo, en todo caso, es que recurren al sentimiento de indefensión para que la audiencia se identifique con el héroe o heroína: cada cinta lo hace con suerte distinta y esta semana yo intentaré algo nuevo aquí: publicar tres comentarios breves en vez de uno largo. Seguiré el molde de aquello que los gringos llaman ‘capsule reviews’ pero que nosotros denominaremos sencillamente ‘pastillas cinematográficas’. Por cierto, se acerca la semana santa y en vez de ir al cine a ver cualquiera de estos filmes, cuyo interés es menor, yo propondría conseguir de algún modo el dvd de “La última tentación de Cristo” de Martin Scorsese, que se basa en la novela de Kazantzakis y coincide en varios puntos con el recientemente popularizado Evangelio de Judas. A diferencia de los ejemplos que siguen, se trata de una gran película.
V de Venganza

de James McTeigue
Con Hugo Weaving, Natalie Portman

Como suele suceder con las adaptaciones literarias —en este caso, la muy superior novela gráfica de Alan Moore— en su búsqueda por abarcarlo todo “V de Venganza” está siempre corriendo y al final no hay tiempo para involucrarse emocionalmente. Además, la edición se beneficiaría con una mayor austeridad de planos. La gracia está en los paralelos que se pueden establecer entre este gobierno de derecha que prohíbe el Corán, mata a los homosexuales y controla los medios de comunicación con el gobierno de Bush, a pesar de que el filme transcurra en la Inglaterra del futuro. Nuestro antihéroe no se saca nunca la máscara pero un buen trabajo de iluminación elude la inexpresividad (recordemos el problema que tuvo Willem Dafoe en el primer “Hombre araña”) y su propósito consiste básicamente en colocar bombas para destruir los símbolos del poder: los edificios públicos. Los paralelos siguen, como puede verse. El gran John Hurt, en un papel opuesto al Winston que interpretó en “1984” —inspiración obvia de la novela— es el canciller de pupilas dilatadas que grita sus órdenes por la telepantalla, y da la mejor actuación en este filme. Natalie Portman no llama la atención, lo cual probablemente sea responsabilidad de un director que no potencia el componente romántico, e inclusive erótico, del material. La película ha gustado mucho en Estados Unidos y uno no puede dejar de mirar con simpatía un filme donde la rebeldía consiste en escuchar a Ella Fitzgerald, pero la cinta se queda corta frente a sus pretensiones filosóficas. Las secuencias de acción, ahí nomás. Hubiera quedado mejor si la dirigían los Wachowski.
La Fiesta del Chivo

de Luis Llosa
Con Isabella Rossellini, Tomas Millian

Tan impresentable como el poster que la promociona, y hablada en inglés, esta película sobre la cruenta dictadura de Rafael Truhío tiene en “ineptitud” a la palabra que mejor la describe: casi todas las escenas están filmadas con la misma entonación y las actores luchan con líneas de diálogo demasiado monses para tratarse de una adaptación del libro de Vargas Llosa. Cada vez que Isabella Rossellini recuerda algo la imagen se quema, y aparece un sonido específico sacado de algún cd de efectos... pero Parker Lewis convirtió este recurso en un cliché rotundo hace más de una década. Aunque la estructura en flashbacks impide alcanzar una fluidez emocional, la mayor patinada de este filme se encuentra en la dirección: Llosa desconoce el poder de no mostrar y nos regala escenas como aquella en la que el dictador, pegada su oreja indiscreta a un teléfono y sacando el culo, luce francamente ridículo. La decisión de mantener al buen Tomas Millian en movimiento y seguirlo mediante travelling en varias escenas es errada: le resta poder (véase "El padrino", "El silencio de los inocentes", etcétera: la inmovilidad es siempre intimidante) y a fin de cuentas el guion hace difícil entender la relación entre este dictador y su pueblo. En medio de todo destaca una buena escena: la cruel violación de una adolescente Stephanie Leonidas, que merecería estar dentro de otra cinta. Poco más puede rescatarse de este telefilme travestido, donde cansan la reiteración de primeros planos, la iluminación funcional, la música invasiva y el poco sentido del ritmo. Las muertes, naturalmente, abundan en balas y están filmadas en cámara lenta. El mejor trabajo de Llosa sigue siendo “Anaconda” y eso es decir bastante.
Hostal

de Eli Roth
Con Jay Hernandez, Derek Richardson

“¡Quiero sentir!” exclama un hombre que ha decidido enfrentarse al ennui de la sociedad moderna torturando y matando a un desconocido. Esta línea resume bien la intención del filme: el estímulo cinematográfico se ha desgastado (hace tiempo que las películas de terror no aterran a nadie) y hay que despertarlo nuevamente. Mediante lo grotesco, en este caso: estamos frente a una película gore, que huele a camal, donde la sangre y vísceras abundan pero que en contra de las expectativas no genera miedo sino aprensión. Para lo que se quiere lograr, sin embargo, no está mal del todo: uno puede imaginarse a Quentin Tarantino —productor y mentor de este filme— riendo a pierna suelta cuando la sangre de un cuerpo que acaba de hacerse pedacitos salpica a los transeuntes en una estación ferroviaria. Resulta curioso tener en cartelera un filme donde uno de los dilemas del personaje es cómo hacer para recoger sus dedos... y esa supuesta novedad es la que debería compensar la total ausencia de psicología o profundidad en esta cinta. La turista japonesa, por ejemplo, es un maniquí cuyo propósito consiste en generar asco: y es que “Hostal” está inscrita nítidamente en la tradición del exploitation que tanto ama Tarantino. De hecho las deudas con este director (y con Takashi Miike, quien además hace un cameo) son evidentes: allí están las torturas a lo “Perros del depósito”, el corte del tendón de Aquiles o la pantalla completamente en negro a lo “Kill Bill”. A su modo retorcido la película es incluso divertida, pero el sensacionalismo hace que la suerte de los personajes importe muy poco. La cinta es basura de buena calidad, pero basura al fin y al cabo.


Michael Ciment: Los pasatiempos de Alex (protagonista de “La naranja mecánica”) son la violación y Beethoven. ¿Qué cree que implica eso?

Stanley Kubrick: Creo que sugiere el fracaso de la cultura para mejorar moralmente a la sociedad.

abril 11, 2006

qué ternura

[mensaje en mi buzón personal]
Para empezar dime a quien chucha le has ganado para que te des el lujo de criticar una película, pareces una persona que no ha tenido infancia y no sabe apreciar lo bueno. Maldito a mi si me gusta la película.

abril 01, 2006

lluvia de estrellas




esta semana que pasó vi muchas películas. demasiadas. hay algo que yo considero un tanto peligroso en ese escapismo, pero por ahora no me interesa mucho. de cualquier modo aquí está mi ranking, en orden de llegada:

Exotica (Atom Egoyan, 1994)
The text of light (Stan Brackage, 1974)
The war game (Peter Watkins, 1965)
I walked with a zombie (Jacques Tourneur, 1943)
Serene velocity (Ernie Gehr, 1970)
Benny's video (Michael Haneke, 1992)
Kes (Ken Loach, 1969)
Les glaneurs et la glaneuse (Agnes Varda, 2000)
Les glaneurs et la glaneuse... deux ans après (2002)
Short cuts (Robert Altman, 1993)
Metallica: Some kind of monster (Joe Berlinger & Bruce Sinofsky, 2004)
Wings of hope (Werner Herzog, 2000)
Innocence (Lucile Hadzihalilovic, 2004)
Häxan (Benjamin Christensen, 1922)

"The text of light" de Brakhage, ha sido de lejos una de las cosas más hermosas que he visto no solamente este año, sino desde que empecé a ir al cine. no quiero hablar del filme porque no existe nada que decir acerca de él. Brakhage es un explorador y uno de los grandes cineastas de los últimos 500 años. su cine no se parece a nada que haya visto yo antes, y le habla directamente a las células...


entre las películas de cartelera, la única que me ha gustado de verdad ha sido "Match point" de Woody Allen () que es una obra maestra, para mi gusto muy superior a "Crímenes y pecados" y ciertamente lo mejor que ha hecho Allen en su veta 'seria' desde "Maridos y esposas". qué tal película, puta madre. salí temblando del cine. ojalá Woody pueda seguir filmando hasta que cumpla 120 años...