Hostal
de Eli Roth
Con Jay Hernandez, Derek Richardson
“¡Quiero sentir!” exclama un hombre que ha decidido enfrentarse al ennui de la sociedad moderna torturando y matando a un desconocido. Esta línea resume bien la intención del filme: el estímulo cinematográfico se ha desgastado (hace tiempo que las películas de terror no aterran a nadie) y hay que despertarlo nuevamente. Mediante lo grotesco, en este caso: estamos frente a una película gore, que huele a camal, donde la sangre y vísceras abundan pero que en contra de las expectativas no genera miedo sino aprensión. Para lo que se quiere lograr, sin embargo, no está mal del todo: uno puede imaginarse a Quentin Tarantino —productor y mentor de este filme— riendo a pierna suelta cuando la sangre de un cuerpo que acaba de hacerse pedacitos salpica a los transeuntes en una estación ferroviaria. Resulta curioso tener en cartelera un filme donde uno de los dilemas del personaje es cómo hacer para recoger sus dedos... y esa supuesta novedad es la que debería compensar la total ausencia de psicología o profundidad en esta cinta. La turista japonesa, por ejemplo, es un maniquí cuyo propósito consiste en generar asco: y es que “Hostal” está inscrita nítidamente en la tradición del exploitation que tanto ama Tarantino. De hecho las deudas con este director (y con Takashi Miike, quien además hace un cameo) son evidentes: allí están las torturas a lo “Perros del depósito”, el corte del tendón de Aquiles o la pantalla completamente en negro a lo “Kill Bill”. A su modo retorcido la película es incluso divertida, pero el sensacionalismo hace que la suerte de los personajes importe muy poco. La cinta es basura de buena calidad, pero basura al fin y al cabo.
de Eli Roth
Con Jay Hernandez, Derek Richardson
“¡Quiero sentir!” exclama un hombre que ha decidido enfrentarse al ennui de la sociedad moderna torturando y matando a un desconocido. Esta línea resume bien la intención del filme: el estímulo cinematográfico se ha desgastado (hace tiempo que las películas de terror no aterran a nadie) y hay que despertarlo nuevamente. Mediante lo grotesco, en este caso: estamos frente a una película gore, que huele a camal, donde la sangre y vísceras abundan pero que en contra de las expectativas no genera miedo sino aprensión. Para lo que se quiere lograr, sin embargo, no está mal del todo: uno puede imaginarse a Quentin Tarantino —productor y mentor de este filme— riendo a pierna suelta cuando la sangre de un cuerpo que acaba de hacerse pedacitos salpica a los transeuntes en una estación ferroviaria. Resulta curioso tener en cartelera un filme donde uno de los dilemas del personaje es cómo hacer para recoger sus dedos... y esa supuesta novedad es la que debería compensar la total ausencia de psicología o profundidad en esta cinta. La turista japonesa, por ejemplo, es un maniquí cuyo propósito consiste en generar asco: y es que “Hostal” está inscrita nítidamente en la tradición del exploitation que tanto ama Tarantino. De hecho las deudas con este director (y con Takashi Miike, quien además hace un cameo) son evidentes: allí están las torturas a lo “Perros del depósito”, el corte del tendón de Aquiles o la pantalla completamente en negro a lo “Kill Bill”. A su modo retorcido la película es incluso divertida, pero el sensacionalismo hace que la suerte de los personajes importe muy poco. La cinta es basura de buena calidad, pero basura al fin y al cabo.
1 comentario:
Mnn... acabo de verla y pense que seria mas grotesca, lo que no quita que lo haya sido, pero me hubiese gustado mas sangre. Cuestion de gustos.
A propo, sabras donde conseguir las peliculas de Peter Jackson? He visto mal gusto hace tiempo, pero tengo entendido que existe otra de el mismo.
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