febrero 05, 2011

El Cisne Negro


"Black Swan", Darren Aronofsky, 2010:

* Debes transformarte. He aquí la directiva que Vincent Cassel, director de la compañía de ballet, da a lo largo del metraje a la joven, bonita Natalie Portman. El estreno de El lago de los cisnes se avecina y el papel exige algo así como descontrol y oscuridad. "El cisne negro" plantea sus reglas desde el inicio: será el itinerario mental --de la sanidad a la locura-- de una bailarina.

* Pero el problema --y es un problema de concepción-- es que este itinerario resulta inexistente: la progresión dramática (asunto central en un filme cuyo tema es la transformación) es de una pobreza que se contradice, que disuena, con el estilo "director como estrella" tan caro al otrora interesante Darren Aronofsky: su vocabulario cinematográfico se ha vuelto más bien efectista, más bien truculento: desde el horror al silencio (donde casi todo se musicaliza e incluso los movimientos de cámara suenan: buena señal para reconocer la marca Hollywood en una película) hasta el uso terco de la cámara en mano como recurso que "se corresponde con la inestabilidad del personaje" --recurso con tendencia a convertirse en cliché si no hay intensidad o verdad en las performances--, pasando por la fotografía verdeazulada-grisácea de moda (harta postproducción digital de color: al parecer el look "retocado" gusta en Hollywood); la mayoría de elecciones de dirección de Aronofsky llaman un-poquito-demasiado la atención sobre sí mismas. Enturbian el filme.

* Una escena que puede resolverse con dos planos, e incluso con un solo plano y un paneo, se hace en cinco (la escena de la masturbación). Para insinuar el tema de la personalidad desdoblada se recurrirá, desde luego, a los espejos.

* Pero hablábamos de la progresión dramática. La responsabilidad primera de su pobreza recae en el guion. ¿Tres guionistas y no pudieron cocinar algo más sabroso? Hay pinceladas de una relación de sumisión y dominancia con la madre --un papel pequeño, el de la madre, por lo que solo queda confiar en el poder de la mirada y en el aterrador peinado de la buena Barbara Hershey: Aronofsky debió mirar con más atención a Piper Laurie en "Carrie" o a Annie Girardot en "La profesora de piano", filme con el que "El cisne negro" tiene deudas-- y hay también insinuaciones de una sexualidad difícil en Portman.

* Pero su transformación --esa oscuridad que debía aflorar para que nuestra bailarina pudiera interpretar el papel de su vida-- no se da. No interiormente, al menos (más sobre eso, exactamente dos párrafos más adelante).

* De hecho, durante buena parte del filme el director del cuerpo de ballet seguirá diciéndole a Portman: no estás haciéndolo bien. No estás cambiando. El guion le niega tan abiertamente la oportunidad de transformarse por dentro a nuestra-próxima-actriz-ganadora-del-Oscar (y es tan necesaria su transformación para que el filme llegue a algún lado) que utiliza un recurso manoseado para desencadenar el cambio: la droga. Un alucinógeno es la solución encontrada por este equipo de tres sonrientes guionistas.

* No hay nada de malo en la superficialidad. Muchas de las películas a las que regreso de cuando en cuando --me he vuelto ocioso: prefiero volver a ver una película que me ha gustado antes que un filme desconocido-- son absolutamente superficiales. Pero no puedes ser superficial y, a la vez, prometer hondura.

* "El cisne negro" se hunde de verdad hacia el final: de hecho, por momentos se convierte en un esperpento. Puesto que en la película no hay transformación interior --puesto que no hay verdad-- guionistas y director recurrirán a los efectos especiales para transformar exteriormente a nuestra bailarina. Tan barata es esta película en su parte final que Portman, por ejemplo, tendrá las escleróticas rojas mientras baila. Pobre chica: le crecerán plumas en los brazos. Esto podría no ser tan malo si los efectos resultaran menos evidentes, y hay aquí un asunto que tiene que ver --y espero no sonar reaccionario-- con el buen gusto.

* No voy a intentar definir el buen gusto. No tengo idea de qué lo es --supongo que tiene que ver con la precisión-- pero sostengo que Aronofsky no demuestra buen gusto en la parte final de su película: al igual que en su también fallida "La fuente", hay asomos de ramplonería.

* "El cisne negro" es un ejemplo de ornamentación sin contenido. Como maquillar primorosamente un cadáver, y luego pedir a los espectadores que admiren cuán vivo se ve el muerto.

* Natalie Portman es una actriz competente, sí. Pero el tema demandaba otra clase de actriz: alguien, si se quiere, con más capas. Con mayor densidad en la mirada. Igual la película le obsequia un par de momentos de verdad: uno de ellos es cuando se encierra en el baño, emocionada y llorosa, para llamar a su madre y decirle que ha obtenido el papel que deseaba. Muy buena escena. La performance de Portman cumple con los requisitos implícitos de la Academia para otorgar un Oscar: hay preparación detrás (se hizo la tarea: Portman entrenó efectivamente ballet), hay llanto y hay drama.

* Esto es lo que suele entenderse por "mejor actuación". Vale decir, actuar mucho.

* La sensación que me queda es que estamos ante una película que toma como escenario o tema el ballet, pero que ha sido dirigida por alguien que no lo disfruta particularmente, ni es muy diestro filmándolo: me gustaría ver nuevamente --y Aronofsky debería, si es que no lo ha hecho-- una película de baile como "Bodas de sangre" de Carlos Saura, cuyo sentido del encuadre y del ritmo es exquisito. Un tanto diferente a correr sobre el escenario con una cámara de cine al hombro.

* Terminado el filme camino por Miraflores con mi novia: hay personas mayores y personas jóvenes (pero sobre todo, personas mayores) bailando cumbia en la rotonda de la plaza. Hay gente alrededor, observando y aplaudiendo. Otros municipios deberían imitar esto. Había más verdad en los movimientos no profesionales de estas personas (movimientos que nosotros disfrutamos durante cinco minutos) que en las casi dos horas de proyección de "El cisne negro".

setiembre 19, 2007

paranoia. la vi, me gustó, la comento



[hay que tener un poquito de paciencia con el yahoo!video. luego de machucar play, se demora un toque para hacer "buffering" pero después de eso corre suavecito...]

setiembre 18, 2007

bourne, el ultimatum. mi crítica en video.



[por alguna razón, no se ve el último segundo del video, donde precisamente se vislumbra la calificación del filme dentro de mi escala cualitativa de vanguardia. para lo que importa: 7/10]

de vuelta

parece que la característica central de este blog -característica secundaria en este pata que lo administra- es la inconstancia. posteo por un tiempo, me afano, me entusiasmo, me aburro. me olvido. y luego de un tiempo: verdad, pucha, el blog. ustedes ya saben...


hubo festival de cine de lima, que me mantuvo ocupado (ojalá se estrenen comercialmente "una novia errante" y "luz silenciosa", que fueron las películas que más me emocionaron; la cacareada "hamaca paraguaya" me pareció un plomo) y luego hubo terremoto, que cambió muchas prioridades. dos meses después, vuelvo a subir videos de mí mismo comentando películas de cartelera. el de "bourne, el ultimatum" -que ya sale de cartelera- lo grabé en realidad hace dos semanas, pero no encontré el momento de editarlo un poquito. estoy probando qué tal va el yahoo! video (youtube no me deja publicar cosas que duren más de diez minutos).


el miércoles subiré el video de mi reseña de "paranoia", y el jueves de "campos de esperanza". con suerte, el viernes el de mi reseña de "hairspray". chau.

agosto 01, 2007

se actualiza "la refrigeradora"


ya sé que este es un blog de cine. pero igual quiero poner esto por aquí. una de las chambas que hago habitualmente es escribir para una revista de gastronomía, lo cual me permite comer riquísimo un par de veces al mes y además conocer a cocineros de lo más distintos entre sí. bueno, acabo de publicar en mi blog alterno ("la refrigeradora") dos de los textos que más me ha gustado escribir para esta revista. especialmente el que se refiere al restaurante del gran javier wong: me gusta harto cómo quedó. si les vacila leer, dénse una vueltita.

julio 30, 2007

triángulos de la muerte: fallecieron michel serrault, ingmar bergman, chirinos soto

bien lo dicen: se van de a tres. este trío de fallecimientos ocurridos con una diferencia de menos de 24 horas comprueba otra vez aquella verdad última, recogida de la sabiduría popular: si se muere uno, dos más lo acompañan.

...y la única muerte que me importa a mí, de estas tres, es la de bergman. me gustan el par de películas que he visto con michel serrault -"nelly & monsieur arnaud", por ejemplo: aunque hace años que no la veo- pero no son cosas que yo atesore y por mí, evidentemente, chirinos soto puede estar ahora mismo ardiendo en el infierno que no existe. lo de los triángulos es una broma, y encima estúpida, pero este es mi blog y me da la gana de escribir lo que escribo. el asunto importante es bergman. para mí, claro. ni siquiera porque su filmografía sea algo central en mi vida. en primer lugar porque la conozco de manera incompleta -no he visto "el manantial de la doncella", por ejemplo- y en segundo lugar porque de todas las películas suyas que he visto, solamente una es importante para mí: "persona". no voy a decir nada sobre esa película. la ensuciaría. pero de todas las todas las todas películas que yo he visto en mi vida, creo que solamente he encontrado perfectas -en el sentido de que absolutamente todo en ellas está bien, y que alcanzan intensidades que yo no había experimentado antes, y que me han hecho pensar de manera distinta sobre el mundo, o al menos me han vendido esa ilusión- a tres. "persona" es una de ellas. véanla y háganse un favor. o no la vean. igual van a morirse. igual van a seguir viviendo. y yo también.

ingmar bergman (1918 - 2007)


titular para el diario de mañana. el que edito en mi cabeza, al menos. ahora ¿en quién podremos confiar?

'dita sea

...estoy revisando casettes (digital8) del año 2000 y se me acaba de ensuciar el cabezal de la videocámara. supongo que eso es lo que ha pasado, al menos. compré ahora en la tarde un casette limpiacabezales, cosa no muy recomendable, dicen, y lo utilicé... pero igual ya no puedo grabar o reproducir nada con mi humilde, maravilloso modelo trv-120. mañana lo llevaré al servicio técnico.
PERO EL ASUNTO IMPORTANTE ES ESTE: tengo al menos unos veinte casettes de video que son de hace más de cinco años, y cuyo contenido para mí es inapreciable. me imagino que muy dañados no están, excepto por esta humedad de mierda, pero quizás sea tiempo de pensar en qué hacer con ellos. (hace rato lo era).
PREGUNTO YO: ¿qué hago con ellos? ¿lo sabe alguna de las personas que pasan por este blog? pasarlos a dvd comprimiría el video aún más (de dv a mpeg-2) pero de repente el transfer no se nota mucho. aunque necesitaré lo que tengo en esos casettes para editar. en realidad mucho más no se me ocurre (pasarlos a otro casette, sencillamente, es otra opción). lo otro que me preocupa es que cada vez que reproduzca alguno de estos casettes, voy a estar ensuciando -dañando- el cabezal de mi cámara. ¿habrá algún establecimiento donde, etc? ¿alguna manera de limpiar los casettes? como verán, soy un completo iletrado en estas cosas. si hay por aquí alguna persona de buen ánimo como para orientarme, le estará agradecido. muchísimo.

julio 24, 2007

los simpsons - ya la vi, la comento


Libre de spoilers. Mi reseña de la esperadísima película animada que se estrena pasado mañana, 26 de Julio, en Perú.

julio 23, 2007

harry potter por quinta vez



una semana después de haberla grabado, pongo aquí mi reseña de "harry potter y la órden del fénix". finalmente los de metacafe, que me retuvieron el video por un asunto de copyright (?) me dijeron

Dear sir:

I am happy to inform you that your claim has been reviewed and your video has been released to the Metacafe community. You can now find your video on the site.

así que coloco el video aquí, cuando ya no es noticia (¿lo fue alguna vez?). ya me aburrí de grabarme tomando desayuno... no sé por qué el video se corta, pero solamente faltaba la parte en que me pongo serio y digo "mi calificación, 6 puntos". por cierto, hay una frase muy bella que ilustra eso que comento hacia el final, sobre los recuerdos. la leí por primera vez en el libro "camino de ximena" de santiago del prado. la frase le pertenece al novelista irlandés george moore y está en el libro "memoirs of my dead life" ("memorias de mi vida muerta"). dice:
...we must store our memories as the squirrel stores nuts, we must have a winter hoard.
"debemos almacenar nuestros recuerdos como la ardilla almacena nueces, debemos tener provisiones para el invierno".

julio 20, 2007

Transformers: 13,590 espectadores en un día

abajo, una nota enviada por la distribuidora del filme (uip). me pregunto si un récord como este tiene algo que ver con la calidad de la película o con el hecho de que es lo único que se ha estrenado esta semana en la raquítica ciudad de lima. o sea, hay una función de "transformers" cada 45 minutos en casi cualquier multisala... en el cineplanet primavera, que es mi referencia habitual, hay funciones en estos horarios: 12.00, 1.30, 3.00, 4.30, 6.00, 7.30, 9.00, 10.30 y 12.30, 2.00, 3.30, 5.00, 6.30, 8.00, 9.30, 11.00. o ves esto o ves "harry potter". y así lo llaman "libre mercado"... arriba, izquierda: un cinéfilo al que sí le gustó la película.

Estimados Amigos: Tenemos el agrado de informarles que TRANSFORMERS hizo 13,590 espectadores en sus primeras funciones de ayer miércoles 18 a las 10 pm.Asimismo, se realizó el Avant Premiere de TRANSFORMERS en UVK Multicines Larcomar.



prefiero esta versión de los transformers. ya saben, modesto presidente (en el 2011).

julio 16, 2007

transformers - criticando la película desde mi cuarto


para variar, hago esta reseña desde un rincón en mi cuarto. hoy estuve en la función de prensa de "transformers" y como que algo se desinfló... por cierto, me olvidé de mencionar una cosa en realidad obvia: la presencia de spielberg en el filme es palpable -aunque queda como enunciado, sin desarrollo alguno- en la siguiente frase: "esta es la historia de un muchacho y su carro"... sintetizando así la película fue como convenció a michael bay de ser el director. para qué. yo no lo pensé durante la proyección pero sí pues, hay algo de e.t. en esto del muchacho impopular y su amigo extraterrestre.

pido perdón por aquellos "lo cierto es que" y también por el pequeño desorden, pero es que tuve que hacer todo rápido porque mañana debo llevar la pc a reparar. por cierto, formateé el disco y perdí la reseña que hice de "harry potter y la orden del fénix" (que me gustó) y que yo ya creía disponible en la web... pero los de metacafe me la censuraron por "copyright infringement". porque usé pedacitos del trailer para ilustrar mi crítica. qué idiotas. las dos personas interesadas en ver ese video se quedarán, entonces, con las ganas. para siempre.

junio 23, 2007

masacre en texas: el inicio es el final es el inicio


reseña de La Masacre en Texas - El inicio
este es el video número uno. jugo de papaya y pancitos de orégano con mantequilla.

ahora, el otro ojo



la idea es la siguiente: no tengo tiempo para escribir sobre cine -lo cual es una pena, porque solía disfrutarlo mucho- pero igual sigo viendo películas, por una cuestión de chamba. y no me gusta que este blog, que con tanto cariño fui llenando de palabras, esté abandonado... (última actualización, hace un año. pasu).

ENTONCES SE ME OCURRIÓ QUE podría dejar por acá mis ideas (discutibles, cándidas) sobre los filmes que voy viendo, y en un formato que me tomara menos tiempo. o sea, diciéndolas nomás. he pensado mucho en cómo hacer para que esto no se sintiera formal, pues pocas cosas hay tan desesperantes como tener a un tipo hablando sobre cine frente a ti. espero que en el camino encuentre una forma; por ahora, digamos que estos videos podrían llamarse también "desayunando con césar".

es que el momento mejor para grabar estos videos resulta ser, para mí, el momento del desayuno. además no tengo trípode y justo hay un murito al lado de la mesa del desayuno. ya pues. mi intención es, y espero que lo sea siempre, la de ofrecer una perspectiva amateur. no me considero crítico, porque no tengo la formación y porque, la verdad, no amo tanto el cine como para emplear mi tiempo libre en ver las cuchomil películas indispensables que existen (trato, pero).

nada más. espero que este pequeño experimento agrade a alguien. subiré uno o dos videos semanales aquí. chau.

p.s.: entren a la refrigeradora pe...

enero 01, 2007

“¡Consíguete una steadycam, idiota!” (I)

Ideas en torno a Lars von Trier y sus filmes Dancer in the dark, Idioterne y Breaking the waves (parte I)

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uno
“Vengan preparados al cine, con un pañuelo en una mano y un tomate podrido en la otra” escribió A.O.Scott, del New York Times, sobre Dancer in the dark. Y no patina: el filme de Lars von Trier es magistral e inepto, manipulador y honesto, al mismo tiempo. La historia de Selma, la obrera que está quedándose ciega —primera escena: Selma ensayando para una humilde puesta teatral de The sound of music; última escena: Selma colgando del cuello, injustamente ejecutada por el Estado— es conmovedora, y de una intensidad descomunal. Por momentos la película deja de ser una película. Pero el artífice de Dogma 95 está tan desesperado por crear una obra maestra que estorba, urde, embarra su propio trabajo. Trataré en este artículo de responder a una pregunta: ¿cómo logra un director hacer un filme que él mismo no se merece?

Quienes acusan a Lars von Trier de cínico y de ególatra explotador probablemente estén en lo correcto. Quienes afirman que es lo más interesante que le ha sucedido al cine desde Quentin Tarantino quizás tengan razón también. Algo hay en claro, sin embargo: von Trier es un artista que tiene la necesidad, y además la capacidad, de provocar.

Por qué, se preguntará alguien.

Si hubiera que ensayar una respuesta tendría que al menos nombrarse, en mi opinión, un hecho: el comportamiento público de von Trier está encaminado a llamar la atención sobre él mismo. Quienes lo han calificado de “director punk” probablemente también estén pensando en la forma como los medios lo han convertido en el Johnny Rotten del cine: él es quien cambiará lo antiguo por algo más auténtico. Podría argumentarse que hay diferencia entre el ser y el ser visto como pero en mi opinión eso carece de importancia. Internet, televisión, etcétera. La verdad es la verdad de los medios y un título como mejor película del año ya no significa nada más que eso. Von Trier gusta de la sentencia (“número dos: el sonido nunca debe ser producido aparte de la imagen o viceversa”), de convertirse en estrella nada menos que de sus propias películas, de hablar alegremente sobre sus fobias y ataques de pánico. Quizás haya una diferencia entre el exhibicionismo de von Trier y el exhibicionismo de Woody Allen, por ejemplo: mientras el neoyorkino usa sus filmes para explorar en sí mismo, el danés los usa para que el público explore en él. No hay nada nuevo aquí, estamos hablando del antiguo mecanismo de búsqueda de admiración. Y si Ron Howard es el niño mimado de Hollywood, von Trier lo es de Cannes: cinco de sus seis largometrajes para cine han sido parte de la selección oficial, y cuatro se han llevado algún premio importante. Él mismo lo dijo: con Dancer in the dark quería ganar la Palma de oro.

Por eso, su último filme estaba condenado desde un inicio a fracasar artísticamente. Es fácil imaginar a su director maravillado con la idea de hacer un musical para poder subvertir sus reglas: cómo lograrlo (la historia) es el pretexto. Que finalmente haya llevado a cabo su propósito, y que además Dancer in the dark logre elevaciones ni siquiera intentadas por el arte cinematográfico de las últimas cuatro o cinco semanas, es muestra incuestionable de su talento. Sí. Pero.

...pero el material fílmico que no nace de la pelea del artista con el artista, que se plasma en busca de la medalla olímpica y no de la comunicación, como presiento sucede aquí —y los lectores que crean que tantas suposiciones rozan lo obsceno sabrán disculpar: llamemos a esta primera parte de mi artículo un ejercicio de imaginación— tiende a ser disonante. Y Dancer in the dark disuena. Si von Trier hubiera amado un poco más a su Selma, si la hubiera dejado respirar (y quizás no sea casual que una de las últimas líneas del filme sea precisamente esa: “¡no puedo respirar!”) su película habría seguido un rumbo distinto. Probablemente para llegar al mismo lugar: quizás Selma habría terminado con el cuello roto de todas formas. Pero habría seguido un rumbo distinto, menos falso. En el filme que vemos, el destino de la protagonista está planificado por el director desde antes que ella exista: el gran error de Dancer in the dark es su vocación asesina. Para ser específicos, el gran error de Dancer in the dark es que von Trier no actúa como un asesino pasional, sino a sueldo. Paradójicamente, de este profundo error de concepción proviene gran parte de la fuerza de la cinta: el personaje —real, tocable gracias a Björk— que se resiste a ser exterminado por el director. Lo cierto es que el sacrificio de Selma, al contrario de lo que sucede con el sacrificio de Bess en Breaking the waves, no tiene un fin metafísico; es simplemente estúpido. Su único propósito, en todo caso, es servir a los intereses sensacionalistas del director. Entre el personaje que ha creado y la apetecible, contundente idea del “antimusical”, von Trier opta por lo último. Parafraseando a Borges, el director fue incapaz de evitar la más burda de las tentaciones del arte: la de ser un genio.

dos
Dancer in the dark es el fracaso más valioso, más interesante, más extraordinario de los últimos tiempos.

...como sucede con otras grandes películas, es contradictoria: habla sobre el poder liberador de la música, pero se niega a sí misma el derecho de sacudirse del manto tanático que la cubre, posee un registro cinema verité interrumpido por momentos musicales altamente idealizados; es, a fin de cuentas, un musical que trabaja con las convenciones del género intentando al mismo tiempo destruirlas.

Argumento. Selma, inmigrante checoslovaca trabajando como obrera en una fábrica —lugar: EEUU, época: los sesenta[1] — está quedándose ciega. Debe ahorrar todo lo que pueda para pagar la operación de su hijo, quien ha heredado su enfermedad. Su ceguera progresa. Es despedida de su trabajo y su casero, policía, le roba. Al descubrirlo, Selma le pedirá la devolución de sus ahorros; él la forzará a matarlo. Selma huirá, pagará por adelantado la operación de su hijo, será apresada, juzgada —humillada por ser extranjera, ambiciosa, egoísta— y sentenciada a muerte. La parte final de la película es el relato de sus últimos días: no hay llamada de salvación en el último minuto, nada. Selma muere y se terminó el filme.

Llama la atención el caracter lineal, sencillo de la historia. En realidad lo mismo puede aplicarse a los personajes: todos son puros. Recuerdan, como señaló Roger Ebert, a personajes de cine mudo (¿"City lights"?). Probablemente la excepción sea la única amiga de Selma, Kathy (Catherine Deneuve) aunque en mi opinión esto es casual o se debe, en todo caso, al pasado fílmico que la actriz francesa lleva consigo como una capa: es interesante señalar que en el guión original su personaje estaba pensado para una mujer negra (pensemos en arquetipos, como lo ha hecho von Trier en esta cinta, recordemos que fue la Deneuve quien se “autocontrató” para actuar en la película, como ha declarado el director). Voy a decirlo de otra forma: los personajes de Dancer in the dark son infantiles. Por ejemplo Jeff, cortejando repetitivamente, empecinadamente a Selma, siendo rechazado: reaccionando cuando Kathy le dice “tú le gustas”. En un inicio uno puede pensar que Peter Stormare está interpretando a un tonto, pero luego cae en cuenta de que su actuación es consistente con el imaginario de von Trier: es un adulto haciendo de un niño de 9 años. Por ejemplo el casero de Selma, Bill, intentando alcanzar un objetivo único y simple: tener dinero para contentar a su esposa —para no quedarse solo. Cuando se ve imposibilitado de alcanzarlo piensa en el suicidio... La consigna del director pareciera ser la de simplificar. Simplificar: para concentrar. Brindar información a través de los rostros, por ejemplo.

Cuánta información cabe en un rostro. Bill Morse trabajando desde su primera escena con la gestualidad del policía angustiado porque el traje le queda grande. Peter Stormare: von Trier debe de haber pensado en él luego de verlo interpretar al asesino sigiloso, observante de Fargo[2] . Y ¿acaso es difícil creer que el danés quiso trabajar con Björk luego de verla sólo en el video de It´s oh so quiet? Su rostro —la primera mitad del filme tras feos, gruesos lentes; la segunda mitad, cuando mayor pendiente toma la historia, desnudo— es bello, pero su belleza no consiste en la acumulación de valores estéticos, como sucede con otras actrices. Simplemente, el rostro de Björk se acerca más a lo absoluto: no posee edad o incluso género claramente definido. Probablemente nunca deje de pensarse en ella como una niña. Es fácil proyectar emociones propias en un rostro así. La Selma de Dancer in the dark es la versión asexuada, atemporal, de la Bess de Breaking the waves[3].

El debut[4] —y despedida, según ha declarado— de Björk como actriz de cine es un evento de tanta importancia como la propia película. Borra lo de importancia. Hay quien duda que esa pobre obrera checa que fue ejecutada en los EEUU hace algunos años en realidad sea una cantautora islandesa de fama mundial. Hasta cantó en los Oscar.

tres
Simplifica. La pureza de los personajes —los pequeños ojos de Selma abriéndose, brillantes: “¿Y te gusta cuando bailan tap?” pregunta—, la linealidad de la trama, todo apunta al espectador y a su identificación emotiva. Desde luego von Trier no está contento con eso. Especialmente hacia la segunda mitad del filme, luego de que Selma sea despedida de la fábrica, el director se dedicará a darle razón al guionista Eduardo Adrianzén cuando afirma que no hay telenovela (ergo, melodrama) sin sufrimiento injusto de la protagonista. Por qué la protagonista y no el protagonista, y por qué en todo caso siempre es más interesante ver sufrir a una mujer que a un hombre son preguntas cuyas respuestas encuentro lo suficientemente esotéricas como para no intentar responder.

El camino de Selma hacia el cadalzo ha sido dibujado y coloreado aplicadamente por von Trier. Sólo que —como el esteta que es, aunque él lo niegue: volveré a eso más adelante— su necesidad de tenerlo todo bajo control absoluto lo movió a coger el borrador y eliminar cada uno de los cruces en ese camino. Aún antes de cometer su asesinato no hay escapatoria para Selma, y eso es lo que está mal en Dancer in the dark... Y por qué actúa von Trier así, y qué lo impulsa a defenderse ajustando las riendas de su historia —hasta estrangularla. Qué es aquello que no puede retenerse entre las manos, medirse, controlarse, hacerse inofensivo[5]. Los actores. La protagonista. Porque ¿cómo es posible que un director tan talentoso haya fallado en algo como la verosimilitud, siendo su historia un modelo de sencillez? Sería interesante, aunque imposible al menos en el futuro inmediato, saber cómo fue la relación entre Björk y Lars von Trier durante la filmación. Por lo poco que se ha dicho en entrevistas (y por rumores, como el de un intento de hipnosis por parte del danés, la huida de Björk del set, el haber rasgado sus ropas a dentelladas y sus deseos de abandonar el filme) es fácil suponer que sumamente conflictiva. “...Pero el problema era, antes que nada, que ella es tan talentosa. Es la única manera en que puedo expresarlo. Ella tiene esta manera de ser como una niña, pero es extremadamente inteligente” ha declarado von Trier sobre su actriz protagónica (nótese el uso de la palabra problema). Como dije al inicio, mucha de la belleza en Dancer in the dark es resultado del conflicto: la inteligencia feroz de Björk resultó intimidante para von Trier. No se puede ejercer dominio sobre quien no acepta pasivamente lo que Dios (el director) dictamina. ¿Cuántos de esos encuadres intranquilos, cuántos de esos hondos primeros planos —recordemos que von Trier fue el camarógrafo principal— no estarán marcados por la maravillosa tensión laboral? El dilema de von Trier era que su personaje resultó demasiado inteligente para aceptar el sacrificio que él estaba pidiéndole: la solución, la única solución que no atentaba contra su ego, consistía en cerrarle todas las salidas, en empujarlo por el camino de un sólo sentido que terminaba en esa oscura, espléndida horca. Aún a costa de la coherencia narrativa. No correr el riesgo de dejarlo caminar: empujarlo. ¿Hubiera sido Dancer in the dark una mejor película con una actriz menos talentosa? Mi teoría es que sí. Posiblemente habría sido una película redonda. Conociendo la forma de trabajar de von Trier —la creación sobre la marcha de Idioterne, la improvisación en Breakig the waves— no sería descabellado sospechar que la película fue mutando en el camino que va del guión a la sala de edición: cada vez más estrecha, cada vez menos libre con respecto a sí misma. Muere, Björk.

De allí que en la película que vemos no haya, por ejemplo, discurso del abogado defensor durante el juicio.

En esta secuencia la ineptitud del director para mostrar amor por su protagonista es evidente. Todas las puertas con las que choca Selma, todas (empezando por su propia, inexplicable negativa a revelar por qué su casero le robó) han sido cerradas con llave por un von Trier jubiloso. En el juicio, algo tan elemental como un informe bancario sobre la situación financiera de Bill no existe, porque de existir no habría condena a muerte. No habría antimusical. No habría bocas abiertas en la platea. Qué tal hijo de puta. El juicio es útil, sin embargo, porque le permite a von Trier humillar públicamente a Selma —interpretada por una Björk incapaz de desligarse de su personaje (como declaró Deneuve), incapaz incluso de actuar, sólo de sentir (como dijo, cruzando la pierna, von Trier), entregándose dolorosamente al registro electrónico de la cinta de vídeo. La referencia a Breaking the waves y la secuencia en que los niños arrojan piedras a Bess luego de ser expulsada de su comunidad parece inevitable aquí. ¿En qué medida la acusada en ese juicio inepto, pobremente desarrollado, es en realidad Björk y el acusador von Trier?

Más allá de las lecturas políticas que podrían hacerse del juicio —teniendo en cuenta, además, que se trata de un director danés haciendo un filme sobre una mujer que viaja a los EEUU en busca de mejores oportunidades para su hijo y termina siendo ejecutada por el sistema— en este punto de la película se revela algo muy nítido: Selma va a sufrir. Lo que habría que preguntarse es si existe allí una auténtica, conjunta búsqueda de verdades emocionales o si von Trier simplemente está regodeándose en su sadismo (quizás a eso se refirió Björk al llamar al danés “pornógrafo de las emociones”). En lo sucesivo la historia se hará rígida, unidireccional: como un tren, su lugar de arribo está planificado desde el inicio. La imagen del tren, por cierto, es capital en el paisaje del filme.

Creo que Jonathan Rosenbaum hace bien en decir que la película trata “sobre la apreciación de von Trier de su sufrimiento pasivo (el de Selma), que no es necesariamente lo mismo que respeto o comprensión”. Von Trier ha dicho hace poco que encuentra fascinante a Björk: quizás una manera de poseer aquello que se desea es destruyéndolo.

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[1] Creo conveniente hacer una aclaración: ubicar la época en que se desarrolla la historia es posible sólo gracias a la nota de prensa. El filme es ácrono. En todo caso, los sesenta de von Trier constituyen una idealización (positiva o negativa) comparable a la que intenta, o parece intentar, David Lynch con respecto a los cincuenta en cintas como Blue velvet. Cabe señalar, por otra parte, que el danés no conoce EEUU, dado su manifiesto terror a los aviones.

[2] El personaje que interpreta Peter Stormare fue ofrecido inicialmente a Stellan Skarsgard, quien por razones contractuales no pudo aceptar. Skarsgard interpretaba al marido de Bess en Breaking the waves.


[3] Se sabe, por cierto, que la próxima película de Lars von Trier estará protagonizada por Nicole Kidman, cuya belleza es completamente distinta a la de Björk o a la de Emily Watson pero resulta también interesante: hay tal perfección en su rostro, la armonía es tan palpable... definitivamente “algo anda muy mal allí”. Recordemos Moulin rouge y esa cualidad casi extraterrestre en los primeros planos de la actriz australiana. Otra cosa que diferencia a Kidman de ambas actrices es que resulta impensable protagonizando una película como Amelie, situación en la que sí cabe imaginarse a Björk y en la que estuvo a punto de encontrarse la Watson.

[4] En realidad Björk había protagonizado ya un un filme islandés llamado The juniper tree (1990). Además, hizo un cameo en Pret a porter, de Robert Altman. La islandesa llama debut a esta performance para referirse a su nivel de entrega (“no estuve presente; acababa de tener a mi bebé, estaba dentro de una burbuja” ha declarado en relación a su primer filme).

[5] Si aceptamos que la personalidad del director de cine llamado Lars von Trier encaja bien en el tipo neurótico, como señala con luces intermitentes su persona pública, entonces es factible afirmar que su trabajo artístico nace del deseo de aplacar el sentimiento de indefensión. Una de las maneras de lograr esto es ejerciendo dominio absoluto: es por ello que la silla de director se acomoda bien al trasero del neurótico, especialmente si tiene afán de poderío. Control es una palabra citada por el mismo von Trier al hablar de su infancia y su necesidad de reacomodar constantemente los objetos que lo rodeaban para evitar el desastre. No resulta raro, tampoco, que luego de Zentropa se empezara a hablar del “fetichismo tecnológico” del danés, y de su escasa vocación por la dirección de actores (objetos no completamente dominables después de todo, una pena). En entrevistas recientes von Trier habla, además, de su deseo de “tener cada vez menos control” sobre sus filmes. Lo más probable es que sea mentira.

“¡Consíguete una steadycam, idiota!” (II)

Ideas en torno a Lars von Trier y sus filmes Dancer in the dark, Idioterne y Breaking the waves.

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cuatro
Todo lo que decía la primera parte de este artículo está equivocado, pero ya no importa. Dos años antes que Dancer in the dark apareció Idioterne. Se sabe que Godard le envió una carta a von Trier felicitándolo porque, al fin, estaba haciendo algo interesante... una vez Mafalda le dijo a Susanita “la derrotista sos vos: yo no creo que las cosas estén tan mal como para tener que tomarlas en broma” y en ese sentido Idioterne es una película derrotista... un grupo de personas que conviven y burlonean, vale decir se hacen los idiotas: de qué sirve una sociedad que nos hace ricos y más ricos si no somos felices pregunta el líder del grupo... el idiota es el ser humano del futuro etc: mientras la Bess de Breaking the waves conversa con Dios, que vive dentro de su cabeza, en la iglesia silenciosa por la mañana, uno de los muchachos de Idioterne rígido en su silla de ruedas, con la boca abierta observa maravillado su propia idiotez.

Y Selma se imagina dentro de un número musical. Está bailando. Los felices obreros de la hermosa fábrica la acompañan.

Breaking the waves, Idioterne y Dancer in the dark (la denominada “trilogía del corazón de oro”) tienen en común el ser filmes sobre personas viviendo entre la Tierra y otro planeta: el que existe dentro de sus cabezas. De los tres, el que establece esta característica como su centro es Idioterne y el conflicto consiste en la imposibilidad de habitar ambos lugares a la vez. Pero ¿es en verdad Idioterne un filme tan oscuro que sólo le queda tomarse las cosas en broma: un filme derrotista?

cinco
El deseo de borrar toda intelectualidad, de anular el yo. La enfermedad y por tanto la muerte (y por tanto la transformación anota Cronenberg, acomodándose los anteojos) adornan Idioterne. Lo que vemos es una película muerta, pero en la sala de edición von Trier está cortando y pegando, dándole patadas para que se levante y empiece a correr y esa es una de las contradicciones que hacen interesante el filme. Y a pesar de que busca hacer reir, a pesar de que muestra caras y bocas sonrientes, Idioterne no contiene mayor alegría.[1]

“La risa amarga ríe de lo que no es bueno, es la risa ética. La risa de dientes afuera ríe de lo que no es verdadero, es la risa judicial. ¡Lo que no es bueno! ¡Lo que no es verdadero! ¡En fin! ¡Pero la risa sin alegría es la risa no ética por este gruñido —¡ja!—, así, es la risa de las risas, la risa purus, la risa que se ríe de la risa, homenaje estupefacto a la broma suprema, en resumen, la risa que se ríe —silencio, por favor— de lo desdichado” (Beckett).

Idioterne posee el espíritu de la broma, que es el de la irresponsabilidad: el sexto largometraje de Lars von Trier es tan incorrecto y desagradable como cualquier directora de colegio podría desear para sus alumnos de cuarto grado y la apología de la discapacidad mental, pues esa es una de las lecturas posibles del filme, así como la inclusión de ciertas escenas —una orgía, personas con síndrome de Down de visita— indicarían que von Trier está buscando la simple provocación... la película apunta simultáneamente en varias direcciones. Idioterne exhibe su incapacidad de pensar en sí misma como si esto fuera una virtud. Quizás lo sea. Ni los protagonistas están de acuerdo sobre el propósito de la experiencia idiotizante... pero hay algo más y es que en este filme von Trier parece estar diciendo me llega al pincho lo que se entienda como artesanía del proceso de filmación y graba con una cámara de vídeo sobre el hombro utilizando descaradamente el auto-focus sin preocuparse por los saltos de eje ni por la continuidad... varios de sus encuadres son malos ya ni siquiera desde una óptica ornamental sino práctica como aquellos que decapitan a los actores etc. Y quizás lo que hace del filme una experiencia deprimente sea su notorio espíritu lúdico.

—Es una desgracia que haya débiles mentales, no sanos como nosotros. ¿Cómo entonces puede uno jugar a hacerse el idiota?

—No se puede.

...todo Idioterne huele a chanza, pero es difícil asegurar que lo sea. Habría que preguntarse por qué, mientras aparecen los créditos en tiza blanca sobre parket, la sensación es la de haber visto una película con pretensiones mayores que las de asustar y divertirse. En mi opinión, el asunto tiene que ver con dos aspectos. El primero es la gramática del filme. Aunque grabar y editar tratando de aprehender los instantes (ese “accidentalismo-¡ups!” como lo definió Xan Brooks de Sight & Sound) le otorga a Idioterne una espontaneidad[2] inusual en el medio, también es cierto que ésta es una de las películas más concientes de su carácter —abre comillas— artístico —cierra comillas— que se hayan visto nunca en mi dormitorio un sábado por la noche. Quizás la etiqueta de arte era inevitable, tratándose de un filme construido en contra de,[3] pues en una sociedad como la nuestra suele etiquetarse de artística a la confrontación, probablemente para volverla inofensiva. Y si Idioterne es artística entonces es seria. Si es seria, no puede ser una broma.

Podría decirse que este último argumento es tan superficial que.

En algunos años la gramática de Idioterne ya no lucirá novedosa, y probablemente Dogma sea un cliché más. No es descabellado, teniendo en cuenta que se trata de una metodología ligada a la cada vez más accesible tecnología del vídeo de alta resolución. En algunos años, entonces, sería más fácil ver en Idioterne al equivalente cinematográfico de una araña de goma.

seis
También cabe la posibilidad de que ésta sea, sencillamente, la broma de un tipo incapaz de tomarse las cosas en broma.

Lo cierto es que el hasta entonces fláccido humor de von Trier se irguió en Idioterne, su película más fea hasta la fecha. Aunque esta fealdad es explicable en buena medida por la estética desprolija del filme, en mi opinión reside fundamentalmente en el tema. Idioterne es el planteamiento de una utopía, por tanto es una película romántica. Pero se trata de una utopía repulsiva: el ser humano debe volverse idiota, plantea el director. Podría afirmarse que un filme como éste, que señala la involución intelectual como camino para alcanzar la felicidad, sólo es explicable en un país como Dinamarca, cuyo modelo socioeconómico es tan exitoso que ha llegado a un punto muerto (y por tanto, pasarán muchas décadas en el Perú antes de que nos encontremos tan adelantados como para aspirar a volvernos retardados). Podría afirmarse, también, que esta apología de la discapacidad mental es hasta cierto punto lógica viniendo de von Trier, cuya dramaturgia posee un evidente componente neurótico: como plantea Karen Horney, son pocas las neurosis en las que no se exprese la tendencia a desembarazarse de uno mismo.[4] Esa anulación del yo para alcanzar la realización personal es la que emparenta a Idioterne con un filme como Fight club, de David Fincher. Curiosamente, en esa película Brad Pitt tiene una escena discursiva bastante similar a aquella en la que el líder de la comunidad idiota, Jens Albinus (Stoffer), le explica a Bodil Jorgensen (Karen) su ideología.

...se me ocurre que Lars von Trier ha visto aquellas fotografías de discapacitados mentales tomadas por Diane Arbus en las que los sujetos, en el centro del encuadre, en medio del bosque, adquieren un aire de superioridad espiritual. ¿Por qué resulta tan poderoso verlos jugando entre los árboles, bajo el sol? No sé. Puede revisarse también un filme como Freaks, de Todd Browning, que contiene escenas de la misma naturaleza y además plantea un concepto que Idioterne recoge: el freak, el outsider, el monstruo, es un aristócrata...

Y podría afirmarse que von Trier filma su película, en palabras de Sabato, como “un chico de novela, uno de esos que buscan el absoluto y sólo encuentran basura”. Entonces alguien replicará que la utopía planteada por el danés —impregnada con el aliento de la enfermedad— se encuentra viciada desde el inicio, y en ese caso von Trier estaría más bien buscando en la basura. Para el caso no importa. Idioterne es una película lo suficientemente ingenua, derrotista, confusa (¿confundida?) como para ser considerada adolescente, lo cual me parece una virtud.

Como todo adolescente el von Trier de Idioterne está deslumbrado con la pornografía. Su filme sobre la búsqueda de un absoluto adopta el espíritu del cine porno: no me estoy refiriendo a la estética pues en aquel caso Idioterne, que muestra furtivamente una erección y alguna penetración sería un filme muy pobre.

siete
“La pornografía hardcore quiere hacernos vivir la fantasía de la animalidad. De allí, quizás, su enorme atractivo: alimenta en el hombre la ilusión de capturar y domesticar el instinto, poniéndolo al alcance de la mano. No sería solamente la satisfacción de una innegable pulsión voyeurista la que le brindaría tanto éxito a esa suerte de masscultura que es la pornografía. Más que eso, nos ofrece a bajo costo el mito del retorno al agua lustral de un mundo sin logos” (Juan Carlos Tafur, en “El erotismo chilla contra la naturaleza”, diario El Mundo, 1-2 de abril de 1995).

Idioterne, segundo opus del movimiento Dogma, está emparentado con Festen —debut del movimiento y, además, debut en la dirección de Thomas Vinterberg— sólo en puntos superficiales. Es cierto que ambas películas tratan de ceñirse a determinadas reglas. Las dos están filmadas en vídeo, con una cámara al hombro (en realidad, la cámara usada en Festen era tan ligera que no había necesidad de llevarla sobre el hombro: Vinterberg afirma quizás exageradamente que podía guardarla en el bolsillo) y preocupándose por lograr cierta sensación de urgencia. Pero es Idioterne la que más cerca está de considerar “el instante más importante que el todo”, como reza el manifiesto. Festen —al igual que Mifune, tercera película hecha según los planteamientos Dogma— busca un arco dramático pero Idioterne no, al menos en principio.[5] De hecho, la primera página de su guión dictaba un imposible: “evitar la dramaturgia”. Existen, además, diferencias en las concepciones estéticas. Vinterberg, por ejemplo, recurre al zoom violento para obtener así un primer plano de sus actores pero en Idioterne von Trier no lo hace: evita el zoom, probablemente porque su idea de realismo se contradice con el uso de los artificios de la cámara. Inclusive se vuelve parco en primeros planos, algo impensable en el mismo director que enmarcó temblorosamente el rostro de Emily Watson, tocado por el viento, mirando sonriente hacia la cámara en Breaking the waves. Los movimientos en Idioterne son inusuales, intencionada —y a veces artificiosamente— torpes. La búsqueda de un estilo idiota se hace evidente en las ocasionales intromisiones de booms y camarógrafos en la película y he aquí otra contradicción: estas intromisiones gritan que lo mostrado es ficción pero von Trier emplea a lo largo de todo el filme segmentos de entrevista que buscan acercarse al registro documental. Quizás sean estos segmentos un error. La calidad de información que aportan es escasa, y sirven a dos propósitos poco interesantes: el primero es establecer pausas que permitan la asimilación del material (quizás del mismo modo que los paisajes imposibles de Breaking the waves lo hacían) pero resulta inútil dentro de un filme tan desorganizado: de hecho, Idioterne es completamente legible, y las relaciones entre los personajes y las acciones entendibles, recién en una segunda o tercera visión.

El segundo propósito es subrayar el ansiado “realismo” del filme. Pero el recurso es poco creativo y favorece más bien el distanciamiento.[6]

Esta es una palabra que aparece con frecuencia al pensar en Idioterne: distanciamiento. El casting está hecho como para una película de Kaurismaki y es difícil establecer un vínculo afectivo con los personajes. Son demasiados. Inclusive la música, que es triste y está ejecutada, según von Trier, en una armónica de juguete, es utilizada, las pocas veces que es utilizada, para hacer algún comentario (de manera ejemplar en la secuencia que muestra a Jeppe sobre los hombros de sus compañeros luego de haber descendido malamente la rampa con los skies: hay manejo de los planos sonoros y la música predomina para revelar a los idiotas como sujetos dignos de lástima).

Nada es verdad, todo está permitido.

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[1]Aunque Idioterne es un filme desordenado y anecdótico, intenta una resolución dramática en sus últimos quince minutos. Karen regresará a su hogar para burlonear y para que así su familia “aprenda a amar a su idiota interior”. El resultado —previsible tratándose de von Trier— será la humillación. No trataré de averiguar en este artículo si ese replanteamiento de la estructura del filme es un acierto o un error, pues el punto que von Trier está tratando de establecer tan esforzadamente, debo confesar, escapa a mi entendimiento.

[2]Quizás a la cinta le hubiera convenido más tomar el camino contrario: resaltar su condición de ficción —pensemos en la reciente Gojitmal (Mentiras) de Jang Sun Woo, en la que los actores hablan hacia la cámara sobre cómo se sienten con los papeles que están interpretando— para ganar, paradójicamente, en realidad (o quizás no).

[3]Simplemente apuntemos que la fantasía del abandono es realizable a través de la religión. Tanto Idioterne como Dancer in the dark y Breaking the waves son, a su modo, películas con un componente religioso acentuado. Una de las preocupaciones específicas de von Trier es la santidad: en los tres filmes las protagonistas sufren —Karen, de Idioterne, acaba de perder a su hijo— para alcanzar cierto estado de pureza, que en el caso de Idioterne está representado por la minusvalía mental. Para mí las asociaciones religiosas, y específicamente cristianas, son palpables en varias secuencias de Idioterne. Quizás la más representativa sea aquella en la que Karen, hasta la mitad de la proyección una simple testigo del accionar de la comunidad de idiotas, burlonea por primera vez frente a la ventana. La expresión en su rostro es la del éxtasis místico, a diferencia de la expresión que puede encontrarse en otros participantes del experimento. Lo interesante, sin embargo, es que von Trier presenta inmediatamente después una secuencia que emula el rito del bautismo: en la piscina pública, Karen llora y flota bocarriba mientras dos de sus compañeros sostienen su cabeza.

[4]En escenas como aquella en la que Stoffer se niega a soltar la mano de la recién conocida Karen, para luego terminar llevándola en el taxi, la búsqueda de un efecto humorístico mediante el corte es evidente. Esa misma búsqueda puede verse en secuencias enteras, como la de los idiotas visitando la fábrica. A pesar de que es factible para el espectador reír durante buena parte de la película ésta risa es siempre desde el otro lado del cristal: el espectador ríe, los idiotas ríen, pero no hay comunicación entre ellos. Pareciera incluso que von Trier intenta establecer una distancia, lo cual en mi opinión es un error: regresaré a eso más adelante. Quisiera dejar establecido por el momento que la ausencia de alegría en Idioterne se da por la dificultad de establecer un vínculo afectivo con ella.

[5]“...a menos que Idioterne exude diversión o en última instancia lo divertido de hacer cine, el proyecto habrá fracasado por completo” - Lars von Trier, en entrevista con Peter Knudsen.

[6]Después de todo el manifiesto de Dogma 95 se articula en torno a la negación: nueve de sus diez artículos contienen prohibiciones. Por ello mismo pensar que von Trier y Vinterberg inventaron algo nuevo es un poco ingenuo. Lo que hicieron, sin embargo, fue novedoso: cuestionar los paradigmas existentes bajo la mirada complacida de los medios. Es éste cuestionamiento el que le otorga fuerza a un filme como Idioterne.

“¡Consíguete una steadycam, idiota!” (III)

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Nunca lo llegué a escribir.

junio 07, 2006

se acabaron las entradas



...y mi amigo mario me dice "no puedo creer que sean tan huevones, en el auditorio de telefónica entran 800 personas y se les ocurre exhibir la película acá."

en verdad lo que me parece es que ni a la gente del c.c. de españa le pasó por la cabeza que björk pudiera tener tanta convocatoria. es que está de moda, ¿manyas? la película de matthew barney, donde ella actúa y canta, fue exhibida como evento especial ayer —por única vez. y a estas horas la copia en 35mm está ya en un avión, rumbo a no sé qué festival. dicen que se agotaron los tickets a las 7.30pm, dos horas antes de la función. yo estuve allí a las 8.30pm y la cola me dejó con la boca abierta. piña. en todo caso, quienes quieran escuchar el soundtrack pueden descargarlo desde aquí.

junio 05, 2006

La joven de la perla

Dirigida por Peter Webber
Con Scarlett Johansson, Colin Firth, Tom Wilkinson




Pensamos poco en la cualidad mágica del cine: estoy hablando de viajar hasta una sala de cine, de pagar dinero. De infiltrarte en un salón oscuro para estar sentado junto a personas que no conoces, con las cuales no cruzarás ninguna palabra: pero a lo largo de esas dos horas habrá en aquel lugar un grupo humano encerrado junto a un proyector, mirando todos hacia un mismo lugar que en la oscuridad resplandece: el proyector muestra imágenes animadas de gente enorme, que ríe y que llora delante tuyo, que experimenta aventuras asombrosas y fascinantes que son de mentira. Los espectadores ríen en la oscuridad, lloran en la oscuridad. Han comprado el ticket para esto. Para estar en el cine. Para autosecuestrarse de la realidad.

[Hubo una vez un documental... Acerca de aquellos extraterrestres que viven en New York y se sumergen cada día en cuatro, en cinco películas. Cinéfilos. Y uno de ellos decía: la realidad del cine es tan real como cualquier otra realidad; escoger dónde vivir no es más que una opción ideológica.]

Y cuando aparecen los créditos, y cuando las luces se encienden. Cuando la película se acaba. Hay ocasiones en que se sale del cine como del fondo de una piscina y eso es, si se me permite la palabra, bello. Pero los peruanos pensamos poco en aquella cualidad mágica del cine porque casi no tenemos oportunidades de ver buenas películas. Porque el sistema nos impide ver buenas películas. Quisiera hablar sobre eso porque en verdad me preocupa: a todos debería preocuparnos, me parece. Y es que nuestra cartelera cinematográfica es, si se me permite usar esta otra palabra, una porquería.

En Cineplanet Primavera —utilizaré esta multisala como ejemplo, un poco arbitrariamente— se ofrecen hoy en día solo seis películas: empecemos por aquí. Seis películas, a pesar de haber diez salas en funcionamiento. Y el motivo es inquietante: cinco salas están dedicadas a exhibir a tiempo completo un filme cuyo presupuesto es inversamente proporcional a su calidad: “X-Men, la batalla final”. Cada 45 minutos, aproximadamente, empieza una nueva función. El resto de salas ofrecen o bien “El código da Vinci” (el lector que escribió solicitando una opinión mía sobre el filme puede encontrarla aquí, en forma de anagrama para estar a tono: Dame Nuria) o bien “Misión imposible 3”. Noticia insólita, las tres películas vienen de Hollywood. Noticia insólita, las tres películas ocuparon cerca del 40% de salas e impidieron con sus monstruosos cupos el estreno de otros filmes. Por ejemplo “Capote”, que hace dos meses viene aguardando un espacio libre en las salas limeñas, a pesar de haber recibido un premio otrora popular llamado Oscar... En este mismo Cineplanet los huecos en la programación se rellenan con productos salidos todos de la misma fábrica: “Mi mejor amigo”, “Soltero en casa”, “Un papá con pocas pulgas”. Un ejemplo adicional: la película que comentaré líneas abajo ni siquiera se está exhibiendo en esta multisala.

* * *

Los lectores con phobia numerus pueden obviar este párrafo. Si revisamos cifras, lo patético de la situación aparece con mayor lustre: el día de hoy, 5 de junio de 2006, hay 811 funciones de cine en Lima. Pues bien, 306 de estas funciones (38,7%) corresponden a “X-Men” y 228 (28,1%) a “El código da Vinci”. En suma, el 65,8% de la oferta cinematográfica limeña corresponde a los dos últimos blockbusters de Hollywood... El resto consiste, básicamente, en películas de Hollywood con menos presupuesto para publicidad. Los filmes que no están dentro del programa de los grandes estudios (“Match point”, “Mrs. Henderson presenta”, “11:14 hora de morir”, “Buenas noches y buena suerte” y “La joven de la perla”) suman en total 45 funciones, que es apenas el 5,5% de nuestro menú cinematográfico. Nótese que ninguno de estos filmes es latinoamericano o hablado en español. Así estamos.

...pero lo que a mí me preocupa es que esta aplastante homogeneidad va a acentuarse. Mañana se estrena “La profecía” (un remake) y nuevamente habrá un bloque entero de salas proyectando el filme cada 45 minutos. Después vendrá “Poseidón” (otro remake) y la torta seguirá partida del mismo modo porque la estrategia es nítida: no importa si la película es mala, la publicidad asegurará la asistencia masiva al cine durante los primeros siete días. Otro blockbuster tomará la posta la siguiente semana y además, ¿qué otra cosa podría ver el público? Si la oferta es tan diminuta... De un tiempo a esta parte los multicines se han convertido en el servicio de delivery de Hollywood y esto es de una evidente mediocridad. Aún si las películas que nos llegaran fueran buenas (y todos sabemos que en su mayoría no lo son) nuestras salas de cine seguirían obedeciendo a un monopolio. Y esperen a que se firme el TLC para ver cómo la situación agarra más pendiente.

Dichas todas estas cosas importantes, detengámonos en “Un papá con pocas pulgas”... Sabes, Romy, yo fui a ver esta película hace un par de semanas, un poco por obligación. Necesitaba comentar algún filme al día siguiente y no me daba el tiempo para ver “Plan perfecto”. O sea que entré a la sala de cine en medio de una larga cola de personas que no tendrían más de un metro veinte de estatura: y si uno tiene puesta la cabeza tan abajo, las salas de cine deben parecer mucho más grandes de lo que son. ¿Puedes sentir la palabra “descomunal”? Así debía de ser para algunos de estos individuos la sala de cine (¿recuerdas la primera vez que fuiste al cine?) mientras caminaban en la penumbra, con el brazo en alto, porque alguien más grande que ellos los conducía de la mano (¿recuerdas esa época, cuando te llevaban de la mano a lugares que no conocías?) hasta las butacas que ellos mismos iban escogiendo, donde se acomodaban graciosamente, arrodillándose, o de repente alzando un poco el cuello. Y después de la publicidad y todas esas cosas inútiles empezó la película. Te lo diré de este modo: yo no trataría de convencer a nadie de ir a ver esta cinta —de hecho, me parece fallida por tres de sus cuatro costados, o patas— y sin embargo cuánto me alegré de haber ido a verla. Es una película que no le hace daño a nadie. Podría ver cualquier día un filme como este, que no quiere venderte ningún artículo de merchandising, y que encima tiene a una serpiente en el bando de los buenos, en vez de algo como “La era del hielo 2”. Había niños y niñas con la boca abierta, con las pupilas dilatadas al final de la película, y sus cabezas asomaban entre las butacas al correr los créditos. Quizás no rieron mucho durante la proyección, pero yo creo que existe una distancia larga entre una película como esta y la mayoría de productos que asoman a nuestra cartelera infantil. “Un papá con pocas pulgas” está limpia de cinismo.